Otra
nueva experiencia estaba a punto de comenzar, otro de los principales
festivales de Europa del cual había oído maravillas. Sin embargo, tal imagen la
perdí enseguida, y es que la masificación de gente y las continuas colas para
absolutamente todo, hicieron que no disfrutase plenamente del mismo. Aun así, allí estábamos
y queríamos disfrutar del gran cartel que nos ofrecía la edición de este año.
Tras descansar ligeramente en el ruidoso camping, el viernes amanecía con un cielo
despejado y precioso. Tenía
ganas de ver a Mars Red Sky tras no
haber podido ir finalmente a su fecha de Santander en su reciente gira por
España. Sin embargo, enseguida me di cuenta de que iba a ser imposible, la cola
de entrada era algo inimaginable. Para colmo, el sol pegaba con justicia y no
había ninguna sombra donde poder resguardarse un poco.
Tras
hora y media de cola, sí, habéis leído bien, logré entrar al recinto del festival.
Un recinto que ya contaba con muchísima gente dentro, eran las 11 de la mañana,
y cuyo suelo me dejo impactado, era de tierra. Evidentemente, el concierto de
los franceses ya era historia, por lo que me di una vuelta para familiarizarme
con el recinto. Pude ver que las colas iban a ser la tónica general en el
festival, colas para cambiar dinero por monedas del festival, colas en los
bares, colas en los lavabos, colas en los servicios y colas para el
merchandising. De hecho, los puestos de merchandising oficial fueron
prácticamente inaccesibles hasta el último día, cuando lógicamente apenas
quedaban cosas ya.
SATAN
Tras
una primera quedada con unos cuantos amigos, nos dispusimos a presenciar
nuestro primer concierto del festival. Los ingleses Satan salían a escena en el Mainstage
1, el escenario principal.
No
había tenido oportunidad de escuchar antes a dicha banda, pero desde un primer
momento se vio que era heavy clásico del de toda la vida, NWOBHM en todo su esplendor. En principio parecía un buen
atractivo, pero no pude conectar en ningún momento. El sonido no era el mejor,
al cantante le vi especialmente flojo y la banda transmitía muy poca cosa. Los
temas en sí tampoco decían nada del otro mundo y, a pesar de que varios de
ellos tenían estribillos pegadizos, seguían una formula demasiado parecida y
repetitiva.
Les
haré algo más de caso en estudio, pero la impresión fue la de una banda del
montón.
ROYAL THUNDER
Nos
acercamos poco después al escenario denominado Valley, que al igual que el Altar
y el Temple, tienen la peculiaridad
de ser carpas cubiertas, donde se puede disfrutar de una buena sombra, pero
donde hay ciertos problemas de visión y donde el sonido en ocasiones retumbaba
demasiado.
Allí
se presentaba la banda americana liderada por la cantante y bajista Miny Parsonz. Tenía bastantes ganas de
verlos, puesto que lo que había escuchado en estudio me había gustado bastante,
sobre todo la fabulosa voz de la atractiva cantante.
Con
un segundo guitarra en sus filas comenzaron a desplegar su potente propuesta,
con un sonido aplastante y con una voz realmente cautivadora. Repasaron temas
de su único disco hasta la fecha “CVI”,
y presentaron varios cortes nuevos que se incluirán en su siguiente álbum.
La
diferencia entre las canciones, con varias demasiado largas y pesadas, y otras
más amenas, hizo que el bolo resultase algo irregular, pero, en general, fue
muy disfrutable. Por poner algún pero, destacar la poca movilidad de todos los
integrantes del grupo, un detalle que hace que la banda no llegue a
transmitirte toda su energía.
THERAPY?
Con
un buen sabor de boca, nos dirigimos de nuevo al Mainstage 1 para presenciar la actuación de Therapy? Grupo que nunca me ha llegado a gustar demasiado, pero que
sí tiene algún que otro tema disfrutable.
La
banda de Irlanda del Norte hizo un recorrido casi integro de su disco más característico,
“Troublegum”. Sin embargo, no logré
conectar en ningún momento, dejando por momentos de hacer caso al escenario y
optando por departir tranquilamente con amigos que hacía tiempo no veía.
Cuando
parecía que el concierto iba a llegar a su fin, nos sorprendieron con un buen
cover del Breaking the Law de Judas Priest, el cual fue fantásticamente
continuado por su gran hit, Nowhere,
con el que dieron por finalizado el show. Sin duda, ese tramo final fue lo
único que puedo destacar de su actuación.
KADAVAR
Deshicimos
el camino andado y nos acercamos de nuevo al Valley, donde los alemanes Kadavar
se disponían a poner patas arriba aquello.
Tuve
la oportunidad de verlos el año pasado en San Sebastián durante su gira
española, y si ya me gustaron mucho aquella vez, en esta ocasión lo superaron
con creces.
Con
un sonido pesado y contundente que recuerda mucho a Black Sabbath, comenzaron el concierto con Liquid Dream, tema de su último disco “Abra Kadavar”. Disco bastante inferior al debut pero cuyos temas
ganaron mucho en directo. El cantante y guitarrista, Christoph Lindemann, estuvo genial tanto a la voz como a la
guitarra, y mucho más comunicativo que el año pasado.
Temas
como All of Our Thoughts, Goddess of Dawn o una inolvidable Black Sun hicieron las delicias de un público
que miraba embobado el escenario y que disfrutaba del que sería uno de los
mejores conciertos del festival. Cabe destacar la exhibición del gigantesco
batería, Christoph Bartelt, que no
paró un solo instante de golpear ferozmente su instrumento.
Con Creature of Demon, de su fantástico álbum
debut, cerraron un concierto soberbio que a todos nos supo a demasiado poco.
Esperemos que vuelvan de gira, porque la banda es un seguro en directo.
ROB ZOMBIE
Hasta
la actuación de Iron Maiden no tenía ningún
grupo al que desease ver, por lo que me acerqué hasta el escenario principal
para intentar coger un buen sitio. Sin embargo, y a pesar de quedar unas
cuantas horas hasta el inicio de ese concierto, la marabunta de gente era
asombrosa. Poco a poco, y metiéndome como podía entre la gente pude avanzar
hasta una valla que habían colocado y que separaba cual Zona Premium la parte
delantera del escenario de lo demás. Un sin sentido que no se repitió ningún día
más.
Una
vez en la valla, comenzó el concierto de Rob Zombie, el cual nunca me ha
gustado y que desde luego no hizo nada positivo para cambiarlo. El bolo me
pareció pesado y anodino, con numerosas pausas y bobadas que convertían aquello
en una atracción circense más que en un concierto de rock.
Hacía
el final del concierto, se animó con Am I
Evil?, de Diamond Head y con
extractos de Enter Sandman y School’s Out durante la cover de White Zombie, Thunder Kiss ’65, pero ni aún así despertó un mínimo de interés en
mi.
IRON MAIDEN
Tras
esta agonía, Sepultura hizo lo propio
en el Mainstage 2, escenario
secundario situado a la derecha del principal y cuyo sonido se comunica entre
ambos. Sin hacerle ningún tipo de caso, pasamos el rato charlando hasta que
comenzó a sonar el ya habitual Doctor Doctor
de UFO, que usa la banda inglesa para
comenzar sus shows.
Tras
un video de introducción con música épica y un bonito video en la pantalla,
comenzó a sonar la famosa intro que abría el séptimo disco en estudio de la
doncella: “Seven deadly sins, seven ways
to win…”
Ipso
facto, la banda aparecía en escena y Moonchild
desataba a un público que esperaba ese momento desde primera hora de la mañana.
Al igual que en todos los conciertos de una gira que dura ya 3 años, la
decoración del escenario es fiel al disco cuya gira están rememorando, “Seventh Son of a Seventh Son”. Con una larga y elevada pasarela por la que Bruce Dickinson no dejó de correr y saltar.
Tras
haberles visto hace apenas unas semanas en Barakaldo, sabía perfectamente que
la banda seguía a un gran nivel, que Dickinson
estaba mejor si cabe que el año pasado y que el show iba a seguir el mismo
patrón que el año anterior, únicamente con 3 ligeros cambios en el setlist.
Así,
Can I Play with Madness, The Prisoner y 2 Minutes to Midnight dieron paso al primer cambio significativo,
una magistral Revelations que hizo
las delicias de un publico francés al que Bruce
había conquistado informando repetidamente del marcador del partido de futbol
de la selección francesa. Sin duda, este tema fue de lo mejor de todo un
concierto que transcurrió de manera muy correcta, a pesar de ciertos desajustes
de sonido en alguna que otra canción.
Clásicos
como The Trooper, la inconfundible The Number of the Beast, la épica Phantom of the Opera o la divertida Run to the Hills se fueron sucediendo uno
tras otro, con continuos cambios en el telar de fondo y con diversos Eddies que iban haciendo aparición en
escena. Una celebradísima Wasted Years
fue el preludio del mejor tema del concierto, que al igual que el año pasado,
fue Seventh Son of a Seventh Son. Con
el Eddie profeta gigante, con Michael Kenney tras el órgano, con un
público atrapado por la parte central de la canción y con un juego de luces y
explosiones final realmente increíble.
Pero
no todo era de color de rosa, a continuación, omitieron otra novedad como Wrathchild para tocar un Fear of the Dark que nunca adquirió menos
sentido. Todavía era de día. Sigo sin entender porque Harris se empeña en
realizar los conciertos tan temprano, pero se está cargando la magia de
numerosas canciones con ello. Aún así, como siempre, el público disfrutó y
coreó el tema, para terminar de desatarse con un Iron Maiden que supuso la retirada de la banda del escenario.
Como
es habitual en los cabezas de cartel, volvieron a salir para hacer los bises
bajo el famoso discurso de Churchill. Rápidamente sonaron los primeros acordes
de un Aces High en la que Bruce sufre mucho, pero que defendió
mejor de lo esperado. Le siguió el fantástico The Evil that Men Do, para cerrar con un alargadísimo y novedoso Sanctuary, donde contaron con la ayuda
de todo el público francés, exultante tras conocer la abultada victoria de su
selección.
La
banda se retiraba definitivamente entre vítores y aplausos, y no es para menos,
pocas bandas son un seguro mayor que Iron Maiden en directo. Up the Irons!!!
El
temprano concierto de los ingleses dejaba todavía bastantes conciertos por
delante, pero ninguno de ellos me atraía especialmente. Varios amigos querían
ver a Electric Wizard, por lo que les acompañe al Valley para ver que podían
ofrecernos los ingleses.
El
escenario estaba abarrotado cuando comenzaron a sonar potentes líneas de bajo
que dejaron claro que aquello era Doom con todas las letras. Un sonido pesado y
machacón que se alargó hasta que comenzó el tema en sí, pero que fue la tónica
general de todo el concierto.
Este
sonido nunca me ha llegado atrapar y se me suele hacer demasiado monótono y
aburrido, pero la verdad es que el concierto me gustó bastante y me metí de
lleno. Varias pantallas con imágenes y secuencias bastante psicodélicas ayudaban
a dejarte hipnotizado por el sonido y la propuesta, que poco tenía que ver con
la alegría y dinamismo de la banda anterior. Si que es verdad que la base de los temas se me hacía bastante repetitiva, pero aquello sonaba como un cañón.
Una
vez llegado a su hora límite y viendo las caras de entusiasmo de la gente, la
banda decidió continuar y alargó el concierto hasta en 15 minutos, los cuales
fueron bienvenidos por toda la parroquia. Desde luego, y sin ser ni un experto
ni un amante de la materia, reconozco que el bolo fue de un nivel altísimo. Así
lo corroboraron los verdaderos fans de la banda.
Ya
muy cansado y bastante harto de la masificación, del polvo y del
comportamiento agresivo del público francés, decidí retirarme tras ver apenas 5
minutos de la actuación de los noruegos Kvelertak. El primer día había terminado
y la organización del festival había fracasado rotundamente, sin embargo, el
bagaje musical no había sido del todo malo. Y todavía quedaba lo mejor por
delante…
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