lunes, 30 de junio de 2014

Hellfest 2014, Sábado 21

Le tocaba el turno al mejor día del festival para mi gusto, repleto de grupos de hard rock y con la actuación final de la banda que más ganas tenía de ver en esta edición, Aerosmith. Me dirigí pronto hacia la entrada del recinto puesto que no quería volver a tragarme una cola como el día anterior. Sin embargo, y a pesar de haber sold out igualmente, se estuvo más cómodo dentro del recinto y no hubo que esperar casi nada para entrar al mismo.

LEZ ZEPPELIN
La primera banda que veríamos sería una banda femenina de versiones de la legendaria banda inglesa, Led Zeppelin. Tenía bastante expectación puesto que se trata de una de mis bandas favoritas y a la que tristemente no veré nunca en concierto.

Cuatro atractivas mujeres salieron a escena para atacar los primeros acordes de Inmigrant Song, una propuesta atrevida que ya me dio señales de lo que íbamos a ver. La banda no daba la talla y la cantante era muy muy floja.

Para colmo, la elección del setlist fue totalmente surrealista, marcándose un Dazed and Confused bastante pobre, pero que duró cerca de 15 minutos. La guitarrista hizo uso del arco de violín, imitando a un Jimmy Page que espero no estuviese entre el público.

Sin apenas ya tiempo debido al alargado tema, finalizaron con versiones muy descafeinadas de Rock and Roll y Black Dog, dejándonos un regusto muy amargo. No llegaba a entender como una banda tan limitada tenía la oportunidad de tocar en el escenario principal de un festival de esta magnitud.

MOS GENERATOR
Esperando ver algo más digno pusimos pie hacía el Valley, donde les tocaba el turno a los estadounidenses Mos Generator.

El concierto me gustó mucho, de lo mejor que vería en ese escenario sin duda, y es que ese stoner rock con ciertos toques hard, donde destaca la voz de Tony Reed, es el stoner que me gusta. Voz que en muchas ocasiones me recordaba al cantante de Hogjaw.


Haciendo un repaso a su ya extensa discografía, nos hicieron disfrutar y quitarnos el sinsabor que nos había dejado la banda anterior. Tocaron varios temas de su último trabajo, destacando el tema que da título al disco, Electric Mountain Majesty.

Con This is the Gift of Nature daban por concluido un gran show, que al igual que muchos otros se nos hizo especialmente corto. La verdad es que no sé hasta qué punto es positivo llevar 160 bandas a un festival cuando solo los cabezas de cartel disponen de tiempo para realizar su set completo.

SKID ROW
Raudo y veloz deshice el camino andado y me presenté de nuevo en el Mainstage 1, donde una banda muy esperada nos esperaba, Skid Row. No había podido asistir a su gira en compañía de Buckcherry por nuestro país, pero aquí tendría la oportunidad de ver a ambas bandas de manera también consecutiva.

Con el carismático Sebastian Bach fuera de la banda desde hace muchos años, recaería sobre Johny Solinger la difícil tarea de defender los clásicos de la banda estadounidense. Y sinceramente, creo que no cumplió el expediente y se le quedó bastante grande dicho papel.

Tras empezar el concierto con Let’s Go, de su EP lanzado el año pasado, optaron por tirar de viejos clásicos del grupo. Así, Big Guns, Piece of Me y 18 and Life representaron al magnífico álbum debut de la banda, para continuar con Riot Act, de su legendario “Slave to the Grind”.

Y si la banda no llegaba a transmitir lo esperado, el mal sonido terminó por arruinar un concierto muy esperado por mi parte. Ni siquiera la tralla final con Monkey Business, Get the Fuck Out y Slave to the Grind hizo que me animase. Y solo con un coreado Youth Gone Wild, mi canción favorita de la banda y con la que cerraron el bolo, logré disfrutar un poco.

BUCKCHERRY
Le tocaba el turno en el Mainstage 2 a sus compañeros de gira, los también estadounidenses Buckcherry. Nos desplazamos apenas unos metros hacía la izquierda para ver si con esta banda teníamos un poco más de suerte. Y gracias a Dios, la tuvimos.

El a veces discutido Josh Todd salió al escenario con ganas de comerse el mundo, sin parar de moverse, de saltar y de jalear al público. Para colmo, optaron por comenzar el concierto con uno de sus mejores temas, sino el mejor, Lit Up.

Poco o nada tenía que ver con el concierto de Skid Row, el sonido era realmente bueno, la banda tenía una actitud muy buena y el frontman le daba sopas con honda a Solinger.

Haciendo un repaso de todos sus discos y con alguna sorpresa como un breve fragmento del Big Balls de AC/DC, fue transcurriendo un concierto que nos hizo disfrutar y bailar mucho. No esperaba que la banda me fuese a gustar tanto en directo y me sorprendieron muy gratamente. Con la clásica Crazy Bitch cerraban un concierto muy bueno y divertido.

WALKING PAPERS
De nuevo unos pocos metros a la derecha y aparecía justo delante nuestro el señor Duff McKagan, el legendario bajista de Guns n’ Roses que venía con su banda actual para demostrar que tiene muchas cosas que decir todavía en esto de la música.


Sin embargo, y a pesar del buen hacer de Duff, el gran protagonista del concierto fue el cantante y guitarrista Jeff Angell. Un frontman como la copa de un pino, con una personalidad única y muy marcada, una forma de cantar y tocar exquisitas y un saber estar digno de los más grandes. Me dejó totalmente maravillado.


Fueron repasando las canciones de su único disco hasta la fecha, a la vez que presentaban temas de su próximo material. Con un estilo a medio camino entre el blues y el hard rock, no llegaba a convencerme del todo en  estudio, pero en directo me pareció muy bueno y de muy buen gusto. Con canciones sentidas, coreables y donde la banda sonó muy conjuntada.

Tanto Jeff como Duff hicieron uso de la larga pasarela que había colocado la organización ese día, llegando incluso el primero a bajar al público (lástima que bajo al lado contrario a donde nos encontrábamos) para cantar rodeado de gente que estaba encantada con la actuación de los americanos. Grandísimo concierto que hará que les preste mayor atención en disco.

EXTREME
Viendo la disposición de la pasarela y la buena posición en la que me encontraba, tomé la decisión de quedarme allí para tener un buen sitio en el concierto de Aerosmith. Una decisión que estuve a punto de pagar caro a nivel físico y que tuvo el peaje de perderse los conciertos de Clutch y Monster Magnet (ambos resultaron ser muy buenos), pero de la que no me arrepiento lo más mínimo.

Con la botella llena de agua y bastante embutido en la mochila para ir aguantando bien, esperé al sol junto a la valla hasta la actuación de Extreme. Una banda cuya gira continuaría por nuestro país ejecutando íntegramente su disco más clásico, “Pornograffitti”. Sin embargo, el limitado tiempo del que disponían en el festival, hizo que el show fuese más variado y repasase canciones de toda su carrera.

Decadence Dance fue la encargada de abrir el repertorio, con un Nuno Bettencourt que estuvo, como siempre, impecable a las seis cuerdas y un Gary Cherone muy activo, que no paro de correr y saltar, pero que estuvo un poco flojo de voz. El sonido, como en bolos anteriores, volvió a no estar a la altura, desluciendo varios temas.

Canciones como Comfortably Dumb o It (‘s a Monster) se iban sucediendo, pero la banda no lograba que conectase plenamente. Llegaba el turno de su gran hit, More Than Words, donde Nuno cogió la guitarra acústica y junto con Gary se sentaron en sendas sillas al borde del escenario. La canción, inesperadamente, sonó muy deslucida y a pesar de la continua colaboración del público resultó ser una tremenda decepción.

Continuaron con varios temas más para concluir con Get the Funk Out un concierto que no me dijo gran cosa y que provocó mi decisión de no asistir a su concierto de la gira española.

STATUS QUO
Tras presenciar por las pantallas uno de los mayores “Wall of Death” que he visto en mi vida, durante la actuación de Dagoba, llegaba la hora de una banda clásica donde las haya, los ingleses Status Quo.

Muchos suelen tildar sus conciertos de verbeneros, pero la verdad es que el concierto resultó ser muy divertido, bailable, coreable y sin duda alguna, uno de los mejores del festival. Caroline, Paper Plane o Rock n’ Roll You sonaban estupendamente y hacían las delicias de un público francés que no quitaba la sonrisa de su boca.

No faltaron, por supuesto, clásicos como What You’re Proposing, Big Fat Mama o la archiconocida In the Army Now. El frontman Francis Rossi parecía estar viviendo una segunda juventud, sin parar de moverse y sonreír, y bien secundado por Rick Parfitt y un John Edwards especialmente comunicativo.

El concierto, que fue de un nivel muy alto, terminó de estallar con la traca final donde sonaron la famosa Whatever You Want y la clásica versión de John Fogerty, Rockin´All Over the World, donde el público coreo el estribillo hasta la saciedad y que supuso un final de fiesta inmejorable. La gente seguirá diciendo que es una verbena, pero bienvenida sea. Muy grandes.

SOULFLY
Un incomprensible cambio en la programación por parte de la organización, hizo que Soulfly tomase el puesto de Deep Purple en el Mainstage 1. De tal modo, y tras llevar horas agarrado a la valla lateral, tuvimos que tragarnos un concierto que siguió al pie de la letra el nombre del festival, aquello fue un verdadero infierno.

La banda brasileña encabezada por Max Cavalera salió dispuesta a liarla y a crear un ambiente que ninguno de los que poblábamos las primeras filas deseábamos. Max pedía continuamente la confección de “Circle Pits” y los franceses acataron órdenes, levantando una polvareda tremenda que provocó tosidos y que la gente tuviera que taparse la boca y la nariz con cualquier prenda. Para colmo, el crowdsurfing volvió a hacer acto de presencia y fue una constante durante el interminable show, que para colmo fue horrible.

DEEP PURPLE
Gracias a Dios, lo que parecía que no iba a acabar nunca llegó a su fin. Y tocaba ahora presenciar el concierto de Deep Purple desde la lejanía y haciendo uso de la pantalla situada entre los escenarios principales. Me dolió no poder ver de cerca a mi banda favorita, pero tras haberles visto el año pasado en Hoyos del Espino, las preferencias eran otras.

La banda salió a escena y pude comprobar que Ian Gillan sigue en sus trece de querer hundir la imagen de la banda, con unas gafas de sol rosas típicas de fiestas de barrio y con una camiseta sin mangas que invitaba a pensar que acababa de venir de Torrevieja. Para colmo, si a nivel vocal ya le vi muy flojo el año pasado, en esta ocasión estuvo aún peor.

La banda, por el contrario, sigue sonando muy engrasada, con un Don Airey que hace no echar de menos al malogrado Jon Lord y un Steve Morse ya asentado en la banda y con un estilo muy diferente al de Ritchie Blackmore, pero también muy válido. La base rítmica compuesta por Ian Paice y Roger Glover, se mantuvo sobria y potente como lo han hecho durante toda su larga trayectoria.

El acortado set solo tuvo representación de su último disco en Après Vous, encargada de abrir el concierto, y Uncommon Man, ciñéndose la banda en deleitar al personal con sus clásicos de toda la vida. No faltaron Into the Fire, Hard Lovin’ Man, la elegante Strange Kind of Woman, un Lazy con una magnifica intro a cargo de Don Airey, un majestuoso e hipnótico Perfect Strangers, una divertida Space Truckin’ y un aclamado y coreado Smoke on the Water, que sonó mucho más potente que en su versión en estudio.

Con un pequeño extracto del Green Onions, dieron paso al mítico Hush de Billy Joe Royal y a un Black Night final tan divertido como siempre y que contó con un buen solo de bajo por parte de Roger Glover. Hubo gente que se quejó de los diversos solos, pero señores, esto es Deep Purple y los solos han sido siempre santo y seña de la banda. Una banda que sigue a gran nivel musicalmente, pero a la que Gillan está condenando y manchando su imagen.

AEROSMITH
Ahora sí, llegaba el ansiado momento. La actuación más esperada del fin de semana. La banda liderada por los Toxic Twins estaba a punto de volarnos la cabeza a base de trallazos de buen hard rock. Yo me había quedado ya sin agua y estaba tremendamente agotado, pero no podía abandonar llegado ese momento.

Las luces enfocaron un escenario con una pantalla gigante y donde la banda aparecía repentinamente a ritmo de Back in the Saddle. Un tema que no me esperaba en absoluto y que hizo que botase y cantase sin parar. Para colmo, y como había previsto, Steven Tyler hizo uso de la pasarela y se pasó gran parte del concierto a escasos centímetros de mi persona.


Otro tema inesperado como la versión del Train Kept A-Rollin’ de Tiny Bradshaw desató a un público que abarrotaba el escenario principal y que se volvió loco cuando comenzó a sonar Eat the Rich. Love in an Elevator y Oh Yeah, de su último disco en estudio, dieron paso a una de las clásicas baladas de la banda, Cryin’, que la gente cantó apasionadamente.

En este momento tuve un bajón considerable y estuve a punto de abandonar el escenario, sin embargo, la potencia de Livin’ on the Edge, donde Tyler contó con la colaboración de los miembros de Extreme, y la majestuosidad de Last Child hicieron que me lo replantease y terminara por quedarme a disfrutar de un concierto que me estaba dejando boquiabierto.

Tras el gran tema de uno de sus mejores discos, “Rocks”, Steven Tyler se retiró del escenario para dejar total protagonismo a un Joe Perry que se mostró en plena forma y muy seguro con su instrumento. Así, Perry cantó Freedom Fighter mientras la pantalla mostraba un bonito video donde el delgado guitarrista recorría las calles de una ciudad. La banda aprovechó también para celebrar el cumpleaños de su batería, Joey Kramer, regalándole una tarta y recibiendo la ovación de todo el público.


Otras dos sorpresas como Same Old Song and Dance y Rats in the Cellar terminaron de convencerme de que lo que estaba viendo no lo iba a olvidar en mucho tiempo. La banda estaba a un nivel espectacular y el setlist escogido superaba con creces lo que me esperaba. Entonces llegó esa canción que echa por tierra dichas palabras pero que hace estremecer a todas las jóvenes de las primeras filas, I Don’t Want to Miss a Thing.

Sin embargo, la banda no volvió a ejecutar ninguna balada más, cosa que agradecí mucho, aunque más agradecí la ejecución del No More No More de su gran clásico, “Toys in the Attic”. La ya habitual versión del Come Together de The Beatles precedió a otra sorpresa como Dude (Looks Like a Lady), de un “Permanent Vacation” que supuso el resurgimiento de la banda a mediados de los 80.


Llegó entonces el momento de mi canción favorita de la banda y con la que suelen cerrar sus conciertos antes de los bises, Walk This Way. Un tema que canté, al igual que todo el público, y donde no dejé de saltar y jalear. Pero quedaba otra sorpresa en forma de Mama Kin, otro de esos grandes clásicos de los mejores años de la banda y que tan poco habituales venían siendo en sus últimas giras.

La banda se retiró entre aplausos y gritos y la luz se apagó por completo. Entonces comenzaron a subir un piano blanco y precioso al final de la pasarela, a escasos metros de mi posición. Yo alucinaba y más lo hice cuando Steven Tyler se sentó en el mismo y comenzó a hacer sonar los primeros acordes de la majestuosa Dream On. Cuando el tema comenzaba su parte más contundente, Joe Perry se subió al piano para realizar un gran solo de guitarra y terminar, junto con Tyler y unas columnas de humo que comenzaron a salir de la pasarela, una representación inolvidable. No daba crédito.


Pero ahí no quedaba todo, el bajista Tom Hamilton se acercó al final de la pasarela y comenzó con los primeros acordes de la maravillosa Sweet Emotion, con la que definitivamente pusieron punto y final a un concierto que, sin ninguna duda, fue el mejor de todo el festival. Mi cuenta con los de Boston quedaba saldada y no podía ser de mejor forma.




Totalmente exhausto abandoné el escenario y me dirigí a los lavabos para beber un poco de agua, con una sonrisa de oreja a oreja que no pude quitar en horas. Todavía quedaba alguna que otra actuación, pero yo no quería escuchar nada más, por lo que me retiré poco a poco al camping para caer totalmente rendido en la tienda de campaña.




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