Todavía
con los conciertazos vividos la jornada anterior en la cabeza y tarareando el
Department of Youth, entramos de nuevo al festival para vivir otra jornada que
se presentaba muy especial, el gran día en que vería por fin a la formación
original de Black Sabbath (bueno, a Bill Ward no). Se trataba del día nacional
sueco por lo que, unido a la presencia de los de Iommi, el festival congregó un
número mucho más elevado de asistentes que en las jornadas precedentes.
TALISMAN
Tras
una representación del himno sueco, que no tuve ocasión de presenciar, le
tocaba a Jeff Scott Soto coger las riendas de nuevo de Talisman para rendir un
homenaje al malogrado líder de la banda, Marcel Jacob. Yo acababa de ver a Jeff
la semana anterior en Bilbao, por lo que sabía de primera mano que estaba en
plena forma.
Tras
unas bonitas palabras de recuerdo al bajista sueco el show comenzó con una de
las canciones más conocidas de la banda, Break your Chains. Para esta cita Jeff
se rodeó del guitarrista Pontus Norgren y del batería Jamie Borger, ambos
ex-miembros del grupo. Asimismo echó mano del bajista de Evergrey, Johan
Niemann, y del teclista de su propia banda, BJ.
Poco
a poco, y con un sol que pegaba fuerte esa mañana, fueron cayendo temas como
Colour my XTC, Mysterious o Fabricated War. Tras If u could only be my friend,
Jeff presentó a toda la banda refiriéndose a él mismo como George Michael. Entre
las risas del público, rectificó para decir que realmente era Madonna y acto
seguido ejecutar la ya clásica versión del tema Frozen de la cantante
americana.
Si
el concierto estaba siendo ya realmente bueno, terminó de encumbrarse con un
I’ll be Waiting muy emotivo, con un Jeff cantando mirando al cielo y dedicando,
junto con todo el público, la canción y el concierto a su amigo Jacob. Más de
una lágrima saltó entre la gente durante la magnífica interpretación del tema.
Y cuando parecía que todo había terminado, la banda volvió a salir a escena
para tocar Standin’ on Fire y dar las gracias al público sueco y a la
organización del festival. GRAN CONCIERTO
Q5
Tras
el buen concierto vivido aproveché para pasarme por la ventanilla de objetos
perdidos y ante mi asombro, logré recuperar la cámara que había perdido el día
anterior. Asimismo, observe una mesa repleta de móviles, carteras y hasta
vinilos que la gente amablemente había devuelto. Definitivamente no todos somos
iguales, en España jamás hubiese pensado que esto pudiese ocurrir.
Con
la alegría en el cuerpo me dirigí al Sweden Stage para ver otra de esas
actuaciones especiales que solo se pueden vivir en este festival, nada más y
nada menos que los americanos Q5 se reunían de nuevo para este show.
Sin
embargo, la ilusión comenzó a diluirse como un azucarillo tras la primera
canción. El cantante estaba bastante lejos de su mejor forma y estado vocal,
los miembros de la banda (a excepción del guitarra principal) parecían estatuas
encima del escenario y para colmo, el sonido no era el deseado. Aún sonando
temas como Missing in Action de su fantástico “Steel the Light”, no se llegaba a
disfrutar del concierto al 100%.
En
el tramo final con Steel the Light, muy coreado por la audiencia, y Teenage
Runaway se remontó el vuelo. Pero ya era demasiado tarde. DECEPCIÓN
TNT
Después
del concierto fallido de los de Seattle le debería haber tocado el turno a
Lynch Mob, pero desgraciadamente días antes del festival había cancelado su
fecha y había sido sustituido por Electric Boys, banda que desconocía y donde
preferí reponer fuerzas e ir acercándome al Rock Stage para el concierto de los
noruegos TNT.
El
escenario estaba decorado con un telar con la portada del disco “Intuiton”, y es
que se cumplían 25 años de la edición del mismo. Para la ocasión, tendríamos de
nuevo a Tony Harnell encabezando el grupo tras varios años fuera de la banda.
Yo
desconocía el nivel vocal actual del americano y temía que no estuviese a la
altura. Tras ver aparecer en escena a la banda (con 10 minutos de retraso) y
observar dos coristas en la parte lateral del escenario, mis temores fueron a
más. Pero no podía estar más equivocado.
Fue
empezar Intuition y quedar noqueado por la voz de Tony. Rápidamente deje mis
cosas con el grupo y me adentré en el gentío para disfrutar más de cerca un
bolo que tenía pinta de que iba a superar mis expectativas.
Los primeros
coros de As far as the eye can see, mi canción preferida de la banda, del disco “Tell No Tales”, fueron la señal definitiva de que estaba ante uno de los
conciertos del festival. Caught between the Tigers, Seven Seas y Forever shine
on se iban sucediendo uno tras otro, con un Harnell espectacular y un Ronni Le
Tekro magnífico a las 6 cuerdas y con sus divertidos gestos y poses de siempre.
Con
Northern Lights prepararon el terreno para que el público se desatase en 10000
Lovers (In One) que fue coreada hasta por los miembros de seguridad del festival.
Sin duda, uno de los momentos más especiales vividos hasta ese momento; sobre
todo, porque no esperaba algo así.
Cerraron
el concierto con End of the line y Toinght I’m falling del disco que estaban
conmemorando. La gente esperaba un bis que nunca llegó, y es que si hay que
poner un pero a la actuación es su duración, puesto que tras salir tarde se
retiraron 10 minutos antes de tiempo. Aun y con todo, el concierto había sido
espectacular y, para mí, la gran sorpresa del festival. CONCIERTAZO
HEAVEN’S
BASEMENT
Mucha
jornada quedaba por delante y ya había gastado muchas energías, pero me acerqué
al escenario Rockklasiker para ver un rato a los suecos Heaven´s Basement. Lo
que había escuchado de ellos en estudio me había gustado, sin llegar a volarme
la cabeza, y en directo también sonaban muy bien. Aún así, tras 4 o 5 temas
decidí ir acercándome lo más posible a un escenario principal que ya se veía
totalmente abarrotado.
Lástima
no haberme quedado más porque no llegué a presenciar como el cantante hizo el
pino sobre el público durante un buen rato. Es lo que tienen estos festivales,
siempre hay algún momento especial que acabas perdiéndote.
WASP
Antes
de la actuación estelar de Black Sabbath, aún quedaba ver a Blackie Lawless y
sus WASP. Aunque tenía bastantes ganas de verlos por primera vez, lo hice desde
bastante lejos para no coger un mal sitio para después.
El
concierto comenzó bien con On your Knees y The torture never stops, temas ambos
de su grandioso disco debut. La voz de Blackie seguía como siempre, aunque se
oía un pelín baja, pero su imagen distaba mucho de los vídeos de antaño. Gordo,
estático y con una camiseta ridícula del departamento de policía de Nueva York.
Dios, casi parecía Sara Montiel.
La
versión de The Who, The Real Me fue muy bien recibida y perfectamente
continuada por LOVE Machine, Crazy, Wild Child, Sleeping (In the Fire) y
Forever Free. Entonces llegó el gran momento del show, con un I Wanna Be
Somebody coreado y disfrutado por todo el público.
Muy
pronto me parecía a mí que tocaba su gran éxito, y es que entonces llegó el
momento que acabó de fastidiar un concierto que hasta ese momento iba bastante
bien. La banda inició un set dedicado exclusivamente al disco conceptual “Crimson Idol”. Este hecho provocó que el show bajase en intensidad de una manera
alarmante y que mucha gente decidiera irse acercando aún más al escenario
principal, cosa que yo también hice.
Bastante
rato después, dieron por finalizado el set y cerraron el show con Heaven’s Hung
in Black y un Blind in Texas donde, para colmo, se fue el sonido.
Elección
muy mala del setlist que empañó un buen comienzo de concierto. Espero que para
su visita a España en Agosto lo varíen.
BLACK
SABBATH
Ahora
sí, llegaba el momento. Por fin iba a ver delante de mis ojos a Ozzy Osbourne,
Tony Iommy y Geezer Butler, y para ello había cogido ya un sitio cojonudo bien
cerquita del escenario.
Con
todo totalmente a oscuras, comenzaron a sonar los primeros acordes de War Pigs
y los 4 miembros del grupo aparecieron en escena para delirio de un público
totalmente volcado. Desde un primer momento ya pude ver que estaba ante algo
grandísimo, y Ozzy se encontraba muchísimo mejor de lo que me podía esperar,
tanto de voz como físicamente.
Le
siguió Into the Void y un Snowblind perfectamente acompañado de unas pantallas
gigantes detrás de la batería que iban mostrando imágenes relacionadas con la
cocaína y el vicio de manera constante. Y es que si la banda sonaba como un
cañón, la puesta en escena con las luces y las pantallas no se quedaba atrás.
Age
of Reason, de su último disco, fue la encargada de preceder a lo que fue uno de
los puntos álgidos del show, del día y del festival en general. Y este no podía
ser otro que la canción homónima, Black Sabbath, con la lluvia en las pantallas
que parecía real y con un sonido pesado que te envolvía para no dejar escaparte
jamás.
Una
inesperada Behind the wall of Sleep, una incommensurable N.I.B. (otro de los
momentos álgidos del show) y una gran Fairies Wear Boots, daban paso a un largo
y buen solo de batería de un Tommy Clufetos que estuvo perfecto toda la noche y
no hizo echar de menos (demasiado) a Bill Ward.
El
final del solo empalmó con el inicio de un Iron Man majestuoso, con un Ozzy
haciendo levantar al público una y otra vez. God is Dead? fue la encargada de
representar nuevamente el último disco en estudio de la banda, y aunque
bastante larga, no desentonó entre tanto clásico.
Y
entonces llegó el momento del festival, el mejor tema de toda mi
experiencia sueca: Children of the Grave. Esa cabalgada inicial inolvidable que
desembocó en los saltos y jaleos del público. Esa frase inicial de Ozzy
“revolution in their minds...”, esa potente línea de bajo, ese solo de Tony…
Jamás podré olvidar ese momento, podré ver cosas mejores o peores, pero ese
momento no me lo quita nadie.
La
banda abandonó el escenario entre aplausos para volver y hacer sonar los
primeros compases de Sabbath Bloody Sabbath. Sin embargo, y desgraciadamente,
cortaron en seco para tocar un Paranoid muy aclamado que dio por finalizado un
grandísimo show. Quizás podía haber durado un poco más, pero lo que había
ocurrido en el Festival Stage era difícilmente superable. Mi cara de felicidad
hablaba por sí sola.
U.D.O.
Pocas
ganas tenía de ver algo tras lo acontecido hacía unos instantes, y era UDO el
que tenía la difícil (imposible) papeleta de hacer olvidar a los británicos. En
un principio iba a ser Megadeth, pero la caída de estos a última hora, hizo que
el pequeño alemán tuviese la oportunidad de pisar el festival sueco.
Su
carrera en solitario nunca me ha parecido gran cosa, por lo que sólo me acerqué
al escenario a última hora para escuchar los clásicos de Accept. Un poderoso
Metal Heart, un fantástico y alargado Balls to the Wall, un coreado I’m a Rebel
y un fantástico y rapidísimo Fast as a Shark cerraban de la mejor manera un día
de festival que rara vez podré sacar de mi cabeza.
Camino
al hotel iba recordando y saboreando todos los grandes momentos vividos ese
día, y lo mejor, es que todavía quedaba la jornada siguiente, una jornada que
se avecinaba apasionante…
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