Pasada
la euforia del primer día y con menos cansancio del esperado tras dormir apenas
unas 4 horas, tomamos fuerzas con un potente desayuno y nos embarcamos rumbo al
festival para asistir al segundo asalto. Un día mucho más completo se avecinaba
y parecía que el tiempo iba a acompañar.
JAKE
E LEE’S RED DRAGON CARTEL
El
día comenzaba fuerte con la presencia en el Rock Stage (para el segundo día ya
estaban abiertos los 5 escenarios) del legendario guitarrista de Ozzy Osbourne
y Badlands, Jake E. Lee.
Su
último disco con su nueva banda no me había gustado y por ello no había acudido
a ninguna de las citas de su gira por nuestro país. Tenía, por tanto, la
oportunidad de ver por primera vez a este grandísimo guitarrista en tierras
suecas.
El
concierto comenzó con Ultimate Sin, canción del disco homónimo que grabó con
Ozzy, para continuar con varios temas de su último disco. El bolo transcurría
bien y para mi alegría, el cantante me parecía bastante mejor que lo que le
había escuchado en estudio. Sin embargo, pronto iba a cambiar todo.
En
la tercera o cuarta canción, Jake comenzó un solo de guitarra y de repente se
fue el sonido de su guitarra. Primer fallo de todo el festival que había
transcurrido sin ningún incidente y con un gran sonido en todos los bolos de la
jornada anterior. La banda pidió disculpas y el técnico de sonido (con una
imagen bastante penosa con pantalón de pijama y una camiseta hortera de color
rosa) tuvo que actuar rápidamente para subsanar el error.
Finalmente
se llegó a marchas forzadas al final del show, donde realizaron una versión muy
descafeinada del Bark at the Moon de Ozzy. De hecho, había momentos en que la
canción era irreconocible. GRANDÍSIMA DECEPCIÓN
PRETTY
MAIDS
Tras
este incidente me dirigí al escenario principal para ver a la banda danesa
Pretty Maids. Desde un primer momento se observó que la voz del cantante estaba
demasiado baja y que además la misma no era para tirar cohetes.
Tocaron
temas como Nuclear Boomerang, I.N.V.U. o I See Ghosts, pero en todo momento
daba la sensación de que el escenario principal les quedaba grandísimo.
Desgraciadamente, a mi juicio, esta fue la tónica general de las bandas que
pasaron por dicho escenario.
El
público solo pareció animarse cuando realizaron un fragmento del Another Brick
in the Wall de Pink Floyd. MUY FLOJO
TRANSATLANTIC
Parecía
que no teníamos suerte esa mañana y tocaba el momento de elegir entre Robin
Beck o los progresivos Transatlantic. El atractivo de Mike Portnoy y el buen
sabor de boca que me dejó Roine Stolt en su visita con The Flower Kings, acabó decantando la balanza por estos últimos. Gran decisión
El
supergrupo liderado por Neal Morse y bien secundado por los 2 anteriormente
mencionados y el bajista de Marillion, Pete Trewavas, comenzó el concierto con
Into the Blue, canción que abre su último trabajo en estudio “Kaleidoscope”.
Continuaron
con un set centrado en su disco “Whirlwind”, con un sonido espectacular (básico
en bandas de este tipo) y una banda perfectamente conjuntada. Portnoy, al que
tenía ganas de volver a ver, llevó una batería mucho más sencilla a lo que nos
tiene acostumbrados y estuvo comedido y sin ese afán de protagonismo tan
habitual en él. Ayudó, al igual que los demás miembros del grupo, en las
labores vocales a un Neal Morse siempre sonriente tras sus teclados.
El
tiempo, que parecía nos iba a dar tregua, cambió de repente y una fuerte lluvia
trató de chafar el concierto, cosa que naturalmente no logró. Temas de sus
diferentes trabajos fueron cayendo uno tras otro con la majestuosidad y
elegancia características de la banda. Con Stranger in Your Soul dieron por
concluido el que, para mí, era el mejor concierto del festival hasta el
momento. MUY BIEN
BLACK
STONE CHERRY
Con
las pilas cargadas y el sol luciendo de nuevo, no acercamos hasta el escenario
principal para ver que nos podían ofrecer los americanos Black Stone Cherry.
Esta
es una banda que nunca me ha llegado a entrar y en directo pasó exactamente lo
mismo. Temas demasiado similares entre sí, con un estilo a medio camino entre
el hard rock y el rock sureño, pero sin ningún tipo de encanto especial.
Tampoco esperaba gran cosa, pero sí algo más de alguien que ocupa el escenario
principal.
Como
quería coger buen sitio para ver a Tesla, me retiré tras 4 o 5 temas para
reponer fuerzas e ir acercándome a la valla del Rock Stage. FLOJO
TESLA
Llegaba
la hora de uno de los conciertos que más ganas tenía de presenciar. Siempre he
sido un gran seguidor de los de Sacramento, pero nunca había tenido oportunidad
de verlos en directo y las referencias no podían ser mejores.
El
concierto comenzó con I Wanna Live, para seguir con los clásicos Hang Tough y
Heaven’s Trail (No Way Out) de su magnífico “The Great Radio Controversy”. La
banda, en efecto, sonaba compacta y su cantante Jeff Keith estaba en plena
forma.
Tras Mama’s Fool y Into the Now, la banda presentó MP3, tema de su último álbum “Simplicity”, con cuya portada estaba decorado el fondo del escenario. No he tenido todavía la oportunidad de escuchar dicho trabajo, pero he de decir que el nuevo tema no me agradó demasiado.
Sin
embargo, enseguida me repuse con temazos como The Way It Is, What You Give o la
versión de Five Man Electrical Band, Signs. Y el subidón definitivo se produjo
cuando Frank Hannon se acercó a la guitarra acústica que reposaba en el
escenario para atacar los primeros acordes de Love Song. Mentiría si dijese que
no me emocioné, ni que se me llegaron a erizar los pelos del brazo. Los momentos
finales, con la gente gritando “love will find the way”, fueron
algo indescriptible.
Y si
esto parecía poco, la banda se aferró a la perfección de su disco debut para
cerrar el concierto con Gettin’ Better, Modern Day Cowboy, Little Suzi y una
espectacular Cumin’ Atcha Live, mi tema favorito de la banda y donde
literalmente me dejé la voz.
El
bolo había acabado y yo echaba en falta temas como Paradise o Edison’s
Medicine, pero la sonrisa que no se borraba de mi cara remarcaba que había sido
un concierto espectacular. Ojala con la salida de su nuevo disco se decidan a
hacer una gira por salas de nuestro país, mi asistencia estaría totalmente
confirmada. CONCIERTAZO
URIAH
HEEP
Difícil
era superar el concierto ofrecido por Tesla y para colmo, antes del concierto de
los ingleses, perdí la cámara de fotos, por lo que mi estado de ánimo no era el
propicio para disfrutar de una banda con la que tenía una espinita clavada tras
mi retirada al camping en el Sonisphere 2011.
No
obstante, nada más escuchar la fantástica intro de Against the Ods mi cara
cambió y me adentré en el gentío para acercarme al escenario. La voz de Bernie
Shaw sonaba un poco más deteriorada que la única canción que les había visto en
2011, sin embargo, tenía presente el buen concierto que había dado Magnum el
día anterior con circunstancias similares.
Terminó
el tema y yo ya estaba metido de pleno. Temas como Overload, Sunrise, Stealin’
o Between Two Worlds se fueron sucediendo uno tras otro como un cañón, con unos
teclados de Phil Lanzon que no te hacían echar de menos al carismático Ken
Hensley. La banda sonaba de manera increíble y se notaba que disfrutaba en el
escenario, sobre todo un Mick Box que no dejó de sonreír en todo el concierto.
Tuvieron
tiempo de presentarnos 2 temas de su álbum que acaba de salir a la luz, y que a
la vista de la calidad de ambas composiciones tiene pinta de que seguirá la
línea de los buenos últimos trabajos de la banda. Nos devolvieron años atrás
con clásicos como Gypsy y Look At Yourself, y nos advirtieron que por mucho que
tuviésemos un largo festival por delante, ese momento les pertenecía a ellos e
iban a hacer que no lo olvidásemos. Y vaya si lo consiguieron.
Los
primeros compases de July Morning, con Bernie Shaw sentado en la parte frontal
del escenario fueron memorables, pero la magia se disparó con Lady In Black y
un público totalmente entregado coreando el estribillo de la canción. La banda
abandonó el escenario, pero el público pedía la salida de la misma coreando de
nuevo la canción anterior. Por supuesto, los británicos salieron de nuevo a
escena para tocar Free n’ Easy y su gran clásico Easy Livin’.
El
concierto llegaba a su fin y Uriah Heep había triunfado por todo lo alto. El
público, de nuevo, coreó Lady In Black mientras poco a poco iba desalojando el
escenario para acercarse al principal. Y es que nada más y nada menos que Alice
Cooper nos esperaba allí, el día estaba terminando de manera espectacular y yo
ya ni me acordaba de que había perdido mi cámara.
ALICE
COOPER
Y
allí llegamos todos los asistentes para presenciar el show del legendario y
carismático Vincent Furnier. Mis ganas habían aumentado las últimas semanas
tras haber visto su documental Super Duper que narra los primeros años de su
alocada carrera.
El
concierto no podía empezar de mejor manera “Hello! Hooray! Let the show begin, I’ve been ready”. Aquel
escenario por fin se llenaba de algo grande, y tanto el sonido como las
pantallas y los juegos de luces estaban a la altura de un hombre del calibre de
Alice Cooper.
El
show continúo con un hit tras otro, repasando su extensa carrera, sonando House
of Fire, No More Mr. Nice Guy, Under My Wheels, Billion Dollar Babies o un
Department of Youth que no pude quitarme de la cabeza y que me pasé tarareando
los siguientes 2 días de festival desde que me levantaba. El público estaba
totalmente metido en el show y con Hey Stoopid y Dirty Diamonds fue aún a más.
Como
en él acostumbra, la teatralidad está muy ligada a su música y mientras sonaban
temas como Welcome to My Nightmare, Go To Hell, He’s Back (The Man Behind the
Mask), Feed My Frankestein, Ballad of Dwight Fry y I Love the Dead se iban
sucediendo numerosas recreaciones en escena con Alice como principal
protagonista.
Cuando
parecía que el concierto estaba llegando a su fin, nos sorprendieron con la
imagen de una lápida donde se podía leer el nombre de Jim Morrison. Acto
seguido se marcaron una versión del Break On Through (to the Other Side) de The
Doors que dejó al público impactado. Pero no quedó ahí la cosa porque
repitieron la jugada con las lápidas de John Lennon, Jimi Hendrix y Keith Moon,
con sendas versiones de Revolution, Foxy Lady y My Generation.
Tras
este sorprendente set dedicado a “sus amigos” Alice echó mano de su muleta para
ejecutar un magnífico I’m Eighteen que fue sucedido por un aclamadísimo y
coreado Poison. Después, la banda, donde destaca la presencia de Ryan Roxie y
la exuberante Orianthi, abandonó el escenario entre aplausos y vítores.
Sin
embargo, todos sabíamos que el final de show había de darse con School’s Out, y
así fue. Alice salió a un escenario que se llenó de globos gigantes y que para
sorpresa del personal tuvo la colaboración de Rob Zombie, que anteriormente
había actuado en el Rock Stage. Al igual que Pretty Maids, intercalaron un
trozo del Another Brick in the Wall, y en medio de una gran fiesta se
despidieron para dar por cerrada una jornada que comenzó de mala manera y se
cerró por todo lo alto.
El
festival comenzaba a dar muestras de su grandeza…
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