Un
cielo algo más nublado que los días anteriores nos daba la bienvenida al último
día del festival. Bastante cansado, pero muy contento tras el conciertazo de Aerosmith, me dirigía por última vez al
recinto del festival para comenzar una jornada marcada por las bandas pequeñas
de primera hora de la mañana.
YEAR OF THE GOAT
Poca
gente había dentro cuando me acerqué al Mainstage
2, donde los suecos Year of the Goat
ya estaban haciendo pruebas de sonido. A las 10:30 clavadas comenzaban un show
al que bastante más gente de la esperada se había acercado.
Lo
poco que había escuchado de ellos en estudio me había gustado y en directo no
fueron menos, si bien es cierto que la fórmula de las canciones se me hizo un
poco repetitiva. Quizás un show más largo se hubiese hecho pesado, pero
esa media hora estuvo realmente bien.
Basaron
el concierto en las canciones de su disco “Angel’s
Necropolis”, con un heavy metal con toques progresivos bastante ameno y
digerible. También tuvimos ocasión de escuchar un par de cortes de su próximo
álbum, el cual no tendré ninguna duda en escuchar.
BLUES PILLS
Moviéndonos
apenas unos metros teníamos a otra banda sueca que está subiendo como la espuma
en el último año, Blues Pills. La
banda liderada por la preciosa cantante Elin
Larsson tuvo que cancelar parte de su gira española, por lo que tenía
muchas ganas de verlos en directo tras haberme quedado con la miel en los
labios de su show en Erandio.
Repasando
temas de sus dos EPs hasta la fecha, comprobamos que la voz de Elin es igual de potente que en directo.
Sin embargo, me quedó bastante claro que el lugar de esta banda está en salas
donde pueden crear atmosferas increíbles y se pueden explayar y extender los
temas sin tener que estar pendientes de cumplir un horario estricto y reducido.
Al joven guitarrista Dorian Sorriaux
se le vieron maneras, pero se le notó muy comedido y sin poder desplegar todo
su talento.
Sin
duda, la canción del concierto fue la poderosa Devil Man, donde la cantante alucinó con la respuesta del público,
que cantó el tema cual hit de una banda histórica. Remarcar también la buena
labor de la base rítmica de la banda, ambos antiguos miembros de Radio Moscow.
Con
la edición de su primer LP en próximas fechas, espero que comiencen una nueva
gira de presentación y nos devuelvan los shows “robados” por nuestras tierras.
Qué duda cabe que mi presencia estaría confirmada al 100%.
SCORPION
CHILD
Sin
descanso alguno, le tocaba el turno a los estadounidenses Scorpion Child. La banda de Austin, con un sonido hard rockera con
sabor añejo, había publicado un álbum debut extraordinario, por lo que esperaba
este show como agua de mayo.
El
concierto cumplió las expectativas con creces, resultando adictivo y sonando
muy conjuntados para su poca experiencia. Mención especial al vocalista Aryn Jonathan Black, cuya genial voz le
da un plus extra a esos grandes temas. El guitarrista Christopher Jay Cowart también estuvo incommensurable, ataviado con
una indumentaria vaquera muy propia de su tierra.
Repasaron,
obviamente, el material de su disco debut, destacando temas como Liquor o la fantástica y pegadiza Polygon of Eyes, con la que cerraron un
concierto que me supo a muy poco. Al igual que con el grupo anterior, deseando
que vengan de gira a salas y con un show propio. Desde luego, esta banda
promete.
ZODIAC
Tras
un pequeño descanso puse rumbo al Valley para coger sitio en primera fila, uno
de los conciertos que más ganas tenía de ver estaba a punto de comenzar. Los
alemanes Zodiac me tenían encandilados
tras la edición de “A Hiding Place”,
uno de los mejores discos que he escuchado en los últimos tiempos.
Con
la canción que da título a su primer álbum, “A Bit of Devil”, daban por comenzado un show donde el fuerte
sonido de la batería, que hacía retumbar las tablas del escenario, estuvo a
punto de hacerme retroceder varios metros. Gracias a Dios no lo hice, porque
con los primeros acordes de Free, mi
tema favorito de la banda, disfruté como en pocos momentos en todo el festival.
El frontman Nick Van Delft, que
estuvo impecable tanto a la voz como a la guitarra, se percató de ello y esbozó
una sonrisa que no quitó hasta el final del bolo. Dudo que el mismo imaginase
tan buena acogida por parte del público.
Antes
de otro tema del debut, Diamond Shoes,
nos deleitaron con otra representación espectacular, el cover de Neil Young, Cortez the Killer. Ese blues-rock con toques hard estaba
conquistando a un Valley más habituado a sonidos más pesados y contundentes.
Y
terminaron de conquistar a todo el mundo con un Coming Home final, alargado durante casi veinte minutos, y donde la
banda pudo recrearse y deleitarnos con su buen gusto. El show se hizo corto y
numerosos grandes temas de su disco habían quedado en el tintero, sin embargo,
la sensación general era de haber disfrutado de un conciertazo.
LOWRIDER
Un
pequeño descanso para reponer fuerzas y nos encontrábamos de nuevo en el
escenario anterior para ver a los suecos Lowrider.
Una banda con un único disco, “Ode to Io”,
editado en el año 2000 y que se habían reunido de nuevo el año pasado para un
único concierto en el Deserfest de
Berlín. Era pues una ocasión única para ver que nos podían ofrecer en directo.
En
cuanto salieron a escena, comprobé que la imagen no era la esperada para una
banda de stoner, pero tras escuchar la primera canción me conquistaron. A pesar
de la pesadez de este tipo de música, los temas eran melódicos y el cantante Peder Bergstrand imprimía un sonido
vocal muy elegante y que les desmarca de todas las bandas estándar.
Repasaron
el material de su único disco e introdujeron algún que otro tema que me imagino
será de nueva cosecha. Un amigo comentó que la banda actual del cantante tiene
un aire bastante popero, y realmente le pega tanto por imagen como por su forma
de cantar. Aún así, espero que este material salga a la luz como un nuevo disco
o EP bajo el nombre de Lowrider, me
lo compraría con los ojos cerrados. Me encantaron.
MAD SIN
Con
todo el cansancio acumulado de los días anteriores, y sin gran interés en las
bandas siguientes, me pasé buena parte de la tarde charlando y reponiendo
fuerzas junto a unos amigos. Dos de ellos propusieron el acercarse a ver a Mad Sin al Warzone, y ya que tenía fuerzas de nuevo y no había visitado tal
escenario, me dirigí allí sin dudarlo.
Un gran
escenario apartado de todos los demás y situado a los pies de una cuesta que
permitía ver cómodamente desde cualquier posición presentaba a una banda
alemana de psychobilly, donde destaca sobremanera el gigantesco Koefte deVille.
A
pesar de su tamaño y obesidad, el frontman salió dispuesto a hacer moverse a la
gente, sin parar de jalear y arengar a un público que abarrotaba el escenario. Para
nada es un estilo que pegue con mis gustos, pero es cierto que era divertido a
más no poder y se veía que la banda disfrutaba igual o más que la gente.
Tras
varios temas, donde hicieron uso hasta de un contrabajo, pude vivir el primer
momento manguera de todo el festival, cosa que agradecí un montón, pero que no
llegué a entender porque no había llegado en jornadas anteriores. Las
polvaredas se hubiesen evitado o al menos reducido considerablemente.
Poco
antes de acabar, y con el fin de evitar un colapso de gente, decidí acercarme
al Valley de nuevo, pero con una buena sensación con respecto a la banda
alemana.
DOZER
El
último bolo que vería en dicho escenario sería otra banda sueca de stoner, Dozer.
A
diferencia de Lowrider, éstos sí que
seguían los cánones del estilo, y sonaron muy potentes y pesados. La voz del
cantante y guitarrista, Fredrik Nordin,
era de mi agrado, detalle que suele tirarme para atrás en muchas bandas del
estilo. La imagen por el contrario, era más cercana a un grupo de rap que a uno
rockero.
Repasando
varios temas de su disco, “Call It
Conspiracy”, avanzaban con un show que sonó de manera genial y del que la
gente parecía disfrutar mucho. A mí, sin embargo, aún gustándome lo que oía, se
me hizo bastante plano y monótono. No diría anodino, pero sí que los temas
sonaban muy parecidos entre sí y seguían formulas muy similares. Con el tema Rising, del disco anteriormente
mencionado, cerraron su actuación y con ella mi presencia en el Valley llegaba a su fin.
SOUNDGARDEN
Suave
suave nos dirigimos hacía el escenario principal con el objetivo de coger un
buen sitio para el concierto de Black
Sabbath. Tras haber visto en primer plano a Geezer Butler en el Sweden
Rock Festival, opté por situarme en la parte derecha y poder tener más
cerca a un Tony Iommi que es posible
que se encontrase ante uno de sus últimos conciertos.
Antes
tendríamos que aguantar el concierto de Soundgarden,
y digo aguantar, porque aparte de no gustarme demasiado la banda, dieron un
concierto apático, sin ganas y con un Chris Cornell en un nivel bastante pobre. Ni siquiera temas conocidos como Spoonman o Black Hole Sun pudieron ser disfrutados lo más mínimo. El hecho de
que mucha gente se sentase en el suelo, entre los que me incluyo, refleja claramente lo ofrecido por la banda de Seattle.
BLACK SABBATH
Tras
esperar en el escenario con Emperor sonando
de fondo, llegaba la hora de volver a repetir experiencia con la legendaria
banda de Birmingham. El bolo que había presenciado unas semanas antes había
dejado el pabellón muy alto, y si bien el concierto de Clisson volvió a ser
bueno, no llegó a tales cotas.
Con
todo el festival a oscuras, los primeros acordes de War Pigs volvieron loca a la gente, que no paro de hacer
crowdsurfing en todo el concierto y se empeñaron en intentar joder el concierto
a los demás. Para colmo, la tontería de Ozzy con el “cucú” fue tomada a risa y en cada puto tema no dejaron de
repetirlo.
En
cuanto al concierto, siguió los derroteros de lo que vienen haciendo en esta
gira, con un Tony espectacular, una base rítmica muy sobria y un Ozzy en un estado bastante aceptable,
pero que acabó el concierto bastante bajo de fuerzas.
Así,
Into the Void, Snowblind y Age of Reason
dieron paso a una descomunal Black
Sabbath, donde la gente que se estrenaba con la banda literalmente alucinó.
Behind the Wall of Sleep y una
fantástica N.I.B. fueron el preludio
de una Fairies Wear Boots tras la que
llegó el largo solo de batería de Tommy
Clufetos. Enlazaron el final del mismo con una coreada Iron man, para posteriormente desplegar una correcta, pero
excesivamente larga, God is Dead?
De
nuevo el tema del concierto volvió a ser un Children
of the Grave que supuso la explosión definitiva del público. Con saltos,
empujones y gritos que hicieron a más de uno acabar en el suelo. La banda se
retiró entonces entre continuos aplausos y vítores.
Un
pequeño extracto de Sabbath Bloody
Sabbath les devolvía a escena (¿tanto les costaría tocarla entera?), donde
dieron por cerrado el show con un Paranoid
tan electrizante como peligroso entre el público, y donde Ozzy dio muestras de debilidad.
La
banda se despedía de Clisson y quién sabe si definitivamente para todos los
allí presentes que no repitiesen experiencia en sus próximos 4 shows. Esperemos
que no sea así y podamos volver a disfrutar de una gira más. Sea como fuere,
los dos conciertos vividos este año no se me olvidarán jamás.
TURBONEGRO
Pocas
ganas quedaban ya de escuchar algún grupo más, y para colmo, la intentona de
entrar al Altar para ver a Opeth fue inútil ante el gentío allí congregado.
Optamos, por tanto, por acercarnos a un Warzone
abarrotado donde los noruegos Turbonegro
servirían de cierre para esta edición del Hellfest.
Sin
ser demasiado fan de este tipo de música, he de reconocer que cada vez la
disfruto más en directo, y el concierto me pareció cojonudo, y más para fin de
fiesta. Destacar sobre ningún otro tema el clásico Get It On, y los bises donde se marcaron un cover del Money for Nothing de Dire Straits y un I Got Erection final con la colaboración de un Nick Oliveri que recibió la ovación del público.
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