Difícilmente
podría olvidar o superar lo vivido, pero haciendo un rápido repaso al
calendario del último día, me daba cuenta de que aún quedaba por delante el día
más completo del festival. Un día que se presentaba sin un gran cabeza (Volbeat
no son de mi agrado), pero que también obligaba a ir de un escenario a otro sin
apenas descanso entre conciertos. De hecho, me iba a tocar visitar los 5 escenarios
y con un descanso máximo de 15 minutos entre actuaciones.
Así
pues, y de nuevo con el Department of Youth sonando en mi cabeza, nos dirigimos
hacía el recinto del festival por última vez en esta edición.
MONSTER
MAGNET
Aunque
parezca mentira, le tocó a Monster Magnet la tarea de abrir el último día. La
banda liderada por Dave Windorf tendría que demostrar toda su valía en un
horario nada acorde con su propuesta.
Tras
su minigira presentando de manera íntegra su último álbum, “Last
Patrol”, decidieron en esta ocasión realizar un show más abierto y repleto de
sus clásicos. Personalmente el último disco me parece una maravilla y disfruté en
Madrid de un show muy bueno; aún así, tenía ganas de escuchar esos otros viejos
temas que nunca había tenido oportunidad de ver en directo antes.
Con
Superjudge daban el pistoletazo de salida a un show que transcurrió con más
público que en las jornadas anteriores a esas horas. Medicine y Nod Scene daban
paso al clásico Dopes to Infinity, canción del disco homónimo considerado la
pieza cumbre de la banda de Nueva Jersey.
Al
aclamado tema le siguieron otros 2 cortes que ya pude disfrutar en su última
visita, Last Patrol y Look to Your Orb for the Warning. El concierto, con un
público que no quitaba ojo de encima a Windorf, subía poco a poco en intensidad
para terminar de estallar en el que, para mí, fue el mejor tema del mismo,
Powertrip.
El
inconfundible Space Lord, con toda la gente coreando ese “Motherfucker”, fue
otro momento muy destacado, pero no fue el cierre del concierto como venía
siendo habitual. Todavía quedaban por sonar Hallucination Bomb y un Tractor que
sonó como un cañón.
Desde
luego, este pequeño descanso le ha sentado de maravilla a Windorf y dispone
ahora de una máquina perfectamente engrasada que seguro nos seguirá dando más
alegrías en el futuro, tanto en estudio como en directo. BUEN CONCIERTO
THE
NIGHT FLIGHT ORCHESTRA
Tras
el concierto de los americanos yo había tenido un gran debate interno sobre las
siguientes actuaciones. Sin embargo, un SMS la noche anterior de un amigo
confirmándome la visita de Danger Danger a Madrid en el mes de Septiembre,
acabó por decidirme. De esta manera, dejaría a los americanos para dicha fecha
y presenciaría los conciertos de The Night Flight Orchestra y The Rods.
La
pequeña banda sueca me había supuesto una grata sorpresa tras la escucha de su
disco “Internal Affairs”. Un rock clásico con ciertos toques pop, pero con un
toque personal que los hacía especiales.
Me
acerqué, por tanto, al escenario Rockklasiker para constatar que la imagen de
la banda no era todo lo buena que me esperaba. Un cantante con una imagen
cercana al rap, un bajista que podría pertenecer a una banda de death/black
metal y un guitarra que parecía sacado de las verbenas de las fiestas del
barrio. Mención especial para el teclista y su gran parecido con Tom Petty.
La
banda, para colmo, a pesar de no sonar del todo mal, no llegaba al nivel de
estudio. Los temas eran coreables y divertidos, pero se notaba que allí
faltaban tablas. Aguanté unas cuantas canciones y tras escuchar Siberian Queen,
en mi opinión su tema más destacado, me retiré para ver si había empezado el
bolo de Danger Danger. DECEPCIÓN
Tuve
suerte porque justo daba comienzo el show y además lo hacía con mi canción
favorita, Rock America. Parecía que iba a ser un gran concierto, pero preferí
ir acercándome al escenario 4Sound donde iba a empezar The Rods, pudiendo aún
así oír desde la lejanía clásicos como Boys will be boys.
THE
RODS
Teníamos
ante nosotros otra de esas bandas difíciles de ver y que tan habituales suelen
ser en este festival sueco. Una banda quizás más conocida por contar en sus
filas con Dave Feinstein, ex-miembro de Elf y primo del legendario y malogrado
Ronnie James Dio, que por su propia música.
El
trío americano saltó al escenario con energía y desplegando ese heavy clásico
que les caracterizó en la primera década de los 80. Una banda que podía llegar
a ser encuadrada en la NWOBHM, a pesar de ser americanos, y que tras la edición
de varios buenos discos desapareció del mapa para volver en 2011 con un nuevo
disco y las ganas de reclamar su puesto en la historia del rock.
Temas
como Devil’s Child o un magnífico Let Them Eat Metal se sucedían uno tras otro,
con Feinstein y el bajista Gary Bordonaro compartiendo tareas vocales de manera
magistral. Moviéndose por el escenario continuamente, interactuando con el
público y demostrando que los años no les han hecho perder ese espíritu joven.
No había comparación posible con el bolo ofrecido por Q5 la jornada anterior,
The Rods estaban conquistando a un público no muy cuantioso por la presencia de
Danger Danger en el escenario principal.
Tras
un buen solo del gigantesco batería, Carl Canedy, el show entraba en su recta final,
donde sonaron temas como Nothing going on in the City, Crank it Up o Power
Lover, de su fantástico disco debut.
Con
el público totalmente entregado y que había disfrutado de un gran concierto, la
banda se despidió con un tema que expresaba lo que yo sentía en ese mismo
momento, I Live for Rock n’ Roll. GRAN CONCIERTO
FOGHAT
Raudo
y veloz me dirigí al Rock Stage para presenciar el concierto de otra banda
clásica donde las haya, los ingleses Foghat.
La
banda de boogie rock que tuvo su gran éxito en los 70, sólo cuenta con uno de
sus miembros originales, el batería Roger Earle, pero sigue manteniendo vivo el
viejo espíritu que les hizo reconocibles.
A
ritmo de Road Fever y Home in my Hand comenzaba un show disfrutable, bailable y
coreable hasta la saciedad. Le seguiría un magnífico y alargadísimo
Drivin´Wheel, perfectamente ejecutado por el legendario vocalista/guitarrista
Charlie Huhn, conocido por haber formado parte de la banda de Ted Nugent tras
la salida de Derek St Holmes.
Solos
de guitarra, bajo y batería se sucedieron para dar paso al habitual cover de
Terraplane Blues y uno de los grandes clásicos del grupo, un Fool for the City
donde el público no respondió de la manera esperada.
Con
la versión de Muddy Waters, I Just Wanna Make Love to You, que fue bailada y
disfrutada por todo el personal, la banda se retiró del escenario para volver (ya
fuera de hora) y desatar a la audiencia con su mítico Slow Ride.
El
concierto fue muy correcto y muy disfrutable, pero con tan poco tiempo
disponible, sobraron los diversos solos y los alargos de temas que nos
impidieron disfrutar de otras grandes canciones de la banda de Manchester. Un
regusto un pelín amargo de un show que disfrutamos y que bailamos como ningún
otro en todo el festival.
Y&T
Le
tocaba ahora el turno a Dave Meniketti y sus Y&T. La banda americana
siempre había sido un seguro en el festival, era su cuarta visita al mismo, por
lo que se les cedió el escenario principal para descargar su hard rock de
calidad y buen gusto.
Más
tarde de lo programado debido a que Foghat se pasó del tiempo establecido, con
los primeros acordes de From the Moon, tema apertura de su gran álbum “Black
Tiger”, daba comienzo el show. Me adentré en el público hasta la valla para
disfrutar de mi tema favorito, Open Fire. Sin embargo, y ante mi cara de
incredulidad, fue Mean Streak la que siguió el tema de introducción. Un hecho
que me disgustó, pero que no impidió que disfrutase de mi primera vez con los
californianos.
Temas
como Don’t stop running, Don’t be afraid of the Dark o Dirty Girl dieron paso a
un Midnight in Tokyo coreado por el público hasta la saciedad. Un público que
asombrosamente no llenaba las cercanías del escenario, quizás debido al mal
horario del concierto.
Black
Tiger y una preciosa Winds of Change se encargaban de representar su gran obra
maestra. Temas menos habituales como I’m coming Home, I Want your Money o
Contagious preparaban el terreno para un sprint final donde sonaron una
fantástica Rescue Me, una excesivamente pomposa Summertime Girls y todo un
clásico como Forever, que fue aclamado y coreado por todos los asistentes que
habían disfrutado del buen concierto de los de Meniketti.
Al
igual que Open Fire, se echó en falta I Believe in You. De cualquier forma, el
concierto fue bueno y la banda se encuentra en perfecta forma. En octubre les
tendremos de vuelta por nuestro país, por lo que será una buena oportunidad
para poder disfrutar de esos temas que echamos de menos. Yo desde luego no
pienso perderme esa cita.
SAGA
Sin
descanso alguno, nos cruzamos todo el recinto para presentarnos en el quinto
escenario del día, el Sweden Stage. Allí un bonito telar de fondo daba la
bienvenida a la banda canadiense de rock progresivo Saga.
Una
banda de culto que me gusta pero con la que siempre he tenido problemas a la
hora de digerir esos teclados y sintetizadores tan propios de los años 80. Creía,
sin embargo, que en directo lo llevaría mejor, pero desgraciadamente no fue
así.
Nada
más y nada menos que 3 teclados se presentaban ante nosotros en el escenario.
Tras un par de temas, donde se vio perfectamente que la banda sonaba muy
conjuntada, decidí abandonar el lugar saturado por el sonido de las teclas.
Luego varias personas me tratarían de convencer de que había sido un gran concierto, cosa que no
dudo, pero creo que tomé una buena decisión.
FIVE
HORSE JOHNSON
Aproveché
el momento para estirar un poco las piernas y meter algo de comida al cuerpo.
Desde primera hora eso había sido un sin parar.
En
el escenario 4Sound estaba tocando la banda norteamericana Five Horse Johnson,
cuya gira acababa de pasar por España y la cual no pude disfrutar por su
coincidencia con el concierto de Iron Maiden en Barakaldo. Así pues, nos
acercamos hasta allí para disfrutar con su mezcla de blues y rock con cierto
toque sureño mientras degustábamos de un rico salmón con patatas.
A
pesar de que la imagen de la banda no es santo mi devoción, en el plano
estrictamente musical eso sonaba genial. Con un sonido compacto, una base
rítmica potente, unas guitarras con toque bluesero y sureño, y un cantante
imprimiendo su toque personal al grupo.
No
estuvimos demasiado tiempo, puesto que ya llevaban un rato tocando cuando
llegamos, pero desde luego espero no perdérmelos en su próxima visita.
BILLY
IDOL
Llegaba
la hora de uno de los platos fuertes del día, el carismático Billy Idol iba a
hacer acto de presencia en un abarrotado escenario principal.
Comenzó
el concierto con una desconocida para mi Postcards from the Past, y es que si
creo que algo falló en este concierto fue la elección de un setlist con varios temas
nuevos o menos conocidos.
Rápidamente
el panorama cambió cuando tiró de sus clásicos Cradle of Love, un aclamadísimo
Dancing with Myself de su anterior banda Generation X, o un fantástico Flesh
for Fantasy. A Billy se le notaba muy activo y con muchas ganas, sin parar de
recorrer la larga pasarela del escenario y con una sonrisa de oreja a oreja que
no despareció de su cara en todo el concierto. En el tema físico, se notaba que
había pasado largas horas en el gimnasio puesto que lucía un torso y unos
brazos muy musculados.
Tiró
de nuevo de temas menos conocidos, intercalándolos con otros de la talla de
Ready Steady Go, Sweet Sixteen o una sentida Eyes Without a Face. Esto hacía
que el show sufriese demasiados altibajos y se cortase el ritmo que lograban
imprimir sus grandes clásicos.
Tras
la versión de The Doors, LA Woman, si que el show se disparó para no bajar el
nivel más. Así, el británico nos deleitó con King Rocker y Blue
Highway, antes de culminar en el tema más ovacionado y disfrutado del concierto,
Rebel Yell. La gente coreó el estribillo sin cesar, saltó sin parar y se agarró
a sus amigos más cercanos para vivir el gran momento del show.
Fue
entonces cuando decidí ir acercándome al Rock Stage para la actuación
siguiente, mientras escuchaba de fondo su gran hit White Wedding y su ya apropiada
versión del Mony Mony, con la que cerró un show de alto nivel que se vio
afectado por un setlist no del todo correcto.
TED
NUGENT
Si
había abandonado el escenario principal en tal momento era porque la actuación
que venía a continuación era la confirmación que definitivamente me había
animado a realizar mi primera incursión en tierras suecas. Ésta no era otra que
la del legendario y polémico Ted Nugent, al que yo siempre había adorado desde
mi primera escucha de aquel disco en directo llamado Double Live Gonzo!.
Agarrado
a la valla y con el entusiasmo de un niño pequeño, vi aparecer en escena al
bajista Greg Smith (ex-Rainbow), al batería Mick Brown (ex-Dokken) y a un Derek
St Holmes que estaba de vuelta en la banda. Con este último se habían facturado
los mejores discos del americano, por lo que mi alegría era aún mayor si cabe.
Instantes
después hizo su entrada Ted Nugent, para delirio mío y de toda la gente que
llenaba el escenario. Bien es cierto que no había tanto público como en otros
conciertos anteriores, pero la presencia de Emperor en el Sweden Stage había
dividido a la gente.
Como
no podía ser de otra manera el show comenzó con el tema Gonzo, canción compuesta para el
directo al que hacía referencia anteriormente. Las funciones vocales serían
compartidas por Derek y un Ted con su característico micrófono libre.
Si
el inicio era devastador, los primeros acordes de mi tema favorito, Just What
the Doctor Ordered, me hicieron volverme totalmente loco. Sin embrago, Derek no
logró interpretar el tema lo bien que me hubiese gustado, costándole bastante
llegar al final de las estrofas y a los agudos de la canción. Para colmo, el
sonido no llegaba a ser del todo nítido y deseado, factor que se fue
solucionando poco a poco durante los primeros temas.
Wango
Tango, con baile de una simpática señorita en el escenario incluido, y el fantástico Turn It Up seguían imprimiendo
un ritmo endiablado al show, donde se veía tanto al público como a la banda
disfrutar mucho.
El
clásico Stormtroopin’, del majestuoso disco debut, fue seguido de unos geniales
Free-for-All y Wang Dang Sweet Poontang. Tras este tema, Ted, comentó que sus
abuelos eran suecos por lo que él tenía sangre sueca; dato que encendió al
público. Tras decir que éramos hermanos de sangre, dedicó el tema Fred Bear a
su antiguo amigo del mismo nombre. A mi parecer, esta fue una de las mejores interpretaciones
de todo el show.
Le
tocó a Derek St Holmes, bastante secundario y a la sombra de Ted para mi gusto,
el turno de cantar otra gran canción del disco debut del americano, Hey Baby. Y
si bien no había estado todo lo bien que se esperaba en temas anteriores, hay
que reconocer que éste lo defendió a las mil maravillas. Tras esto sonó un
tema del próximo álbum que saldrá a la luz este mismo año, Shutup&Jam, y
que no me pareció gran cosa y quedó deslucido entre tanto clásico.
Rápido
repuso las cosas el americano ofreciéndonos un Cat Scratch Fever, cuyo conocido
estribillo fue cantado por todo el mundo, y despidiéndose con el magistral y
siempre alargado Stranglehold. La ovación era tremenda.
Sin
embargo, y aunque siempre termina los shows con dicho tema, volvió a coger su
guitarra para regalarnos un tema de su anterior banda, The Amboy Dukes. El tema no podía ser otro que el ya clásico Great White Buffalo, que intercaló con un fragmento del Spirit of the Wild, tan genial como sorpresivo. El
bolo se me había hecho muy corto, pero con la intensidad vivida creo que diría
lo mismo si hubiese durado 3 horas.
El
concierto había terminado, y para mí, el festival también. Quedaban grupos como
Volbeat (discutido cabeza del día) o Arch Enemy, pero yo di por cerrado un
fantástico día de la mejor manera posible. Hasta la hora del cierre y entre
cerveza y cerveza, fuimos recordando todos los grandes momentos vividos en esos
intensos 4 días. Desde la exhibición de Todd La Torre, los conciertazos de
Tesla, TNT o Uriah Heep, el magistral show de Alice Cooper o el insuperable
espectáculo ofrecido por Black Sabbath, hasta las decepciones de Paul Di Anno y
Q5, la maldición del ampli de Jake y la perfección de ese último día, culminado
con el show de un guitar-hero tan genial como polémico.
La
experiencia había sido inmejorable, pero el cansancio era ya muy
grande. Sin embargo, una cosa tenía clara, si nada lo impide la edición del
2015 volverá a contar con mis gritos, con mis aplausos y con mis ganas de
rockear. Hasta ese momento solo nos queda aferrarnos al lema del festival,
“FILL YOUR HEAD WITH ROCK”
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